Diputación y Universidad de Salamanca cerraron este lunes en SALAMAQ un círculo que se inició en 2018 cuando la institución provincial, coincidiendo con la celebración del octavo centenario de la Casa de Estudio, habilitó una partida presupuestaria de 500.000 euros para desarrollar la tercera convocatoria de proyectos de investigación orientados a ofrecer soluciones tecnológicas al sector primario.
Durante la última Feria presencial, en el año 2019, se dieron a conocer los resultados preliminares de estos proyectos que hoy, de la mano de sus investigadores principales, presentaron las conclusiones.
El presidente de la Diputación, Javier Iglesias, destacó durante el acto que el campo es «un sector estratégico altamente cualificado que nos provee de alimentos de calidad” y subrayó que «sin agricultores y ganaderos no seríamos lo que somos hoy”.
Campus Agroambiental
Javier Iglesias se refirió, además, al futuro de esta colaboración institucional con nombre y apellido, Campus Agroambiental, otra demostración de que “al mundo del campo hay muchas formas de darle valor, y el I+D+i es una de ellas”. “Aportaremos un espacio de transferencia del conocimiento porque queremos transformarlo en valor económico para la sociedad salmantina y trasladar el saber desde los laboratorios y las aulas a las explotaciones agrícolas y ganaderas de la provincia y avanzar de la mano de empresas interesadas en el desarrollo de estos proyectos”, explicó Iglesias antes de agradecer el papel proactivo del rector de la Universidad de Salamanca, Ricardo Rivero, quien puso de relevancia la “audacia” de la Diputación para seguir trabajando en pos del Sector Primario “y su capacidad para ponerlo en contacto con los grupos de investigación más potentes”. “Es un acierto del presidente”, añadió.
Ventaja comparativa
Rivero se comprometió a colaborar y respaldar esta estrategia con la que se logra “una ventaja comparativa con aquellas provincias donde no existe esta colaboración”. El rector calificó de “muy potentes” los grupos de investigación de la Universidad de Salamanca y señaló que “han de crecer en el futuro”. Para ello, dijo, “hay que respaldarlos y potenciarlos dándoles recursos y el talento que necesiten para que puedan producir más”. La Universidad de Salamanca, precisó su máximo responsable, “ha de crecer en el área agrícola y ganadera y en la investigación que refleje la apuesta del Campus Agrario Medioamebiental, donde habrá un centro patrocinado por la Diputación que va a institucionalizar esta colaboración con las empresas”. Tras agradecer la “visión de futuro inteligente” de la Diputación, el rector Rivero subrayó que disponer de un instituto tan potente como el CIALE y con departamentos y grupos “tan activos” debe ser aprovechado por toda la provincia de Salamanca.
Finalmente, Íñigo Zabalgogeazcoa, vicedirector del Irnasa, agradeció el apoyo institucional y destacó que la agricultura en Salamanca es “clave en la economía y en la vida de la provincia”.
Cinco proyectos para el sector primario
Con el objetivo de fomentar el cambio de la fertilización tradicional (procedente de energía fósil) a la basada en recursos naturales y biológicos, el equipo del investigador Enrique Monte abordó la selección de bioestimulantes microbianos para su aplicación en cultivos herbáceos extensivos. Contó para ello con la colaboración de la empresa Mirat. Monte explicó que la clave de su trabajo es el hongo Trichoderma, “que se lleva explotando desde hace años como agente de biocontrol en agricultura”. Su trabajo pretendía establecer la influencia de ese hongo en el estímulo del crecimiento de las plantas, a las que ya defiende en invernadero, y se trataba de comprobar si también lo hacía en cultivos de cereal. Y lo logra.
Inmaculada González, del Departamento de Química Analítica, Nutrición y Bromatología, forma parte del equipo que trabajó en el proyecto ‘Clasificación y predicción de parámetros de calidad de productos del cerdo ibérico en función de las características de la materia prima y la tecnología de elaboración mediante el uso de herramientas multiparamétricas’, un proyecto destinado a desarrollar una metodología para determinar la influencia de la genética y la tecnología en la elaboración en la calidad de paletas y jamones ibéricos y predecir, de esa forma, futuros parámetros de calidad. Para lograrlo, el equipo de investigadores -que contó con la colaboración de la empresa Ibéricos Carrasco- dividió a los animales en tres grupos. En uno, los ibéricos 100 % con 68 días de montanera; un segundo grupo de animales con 84 días de montanera, y un tercero, ibérico al 50 % con más de 120 días de montanera y al que se tomaron muestras antes y después para estudiar la influencia de la raza en el cambio de composición producido por la alimentación. El tratamiento experimental proponía un modelo de curación con temperaturas más bajas. «Las muestras de este tercer grupo muestran menor acidez y mayor dureza por lo que las características sensoriales son mejores», explicó la investigadora quien también avanzó que las conclusiones señalan que la raza «influye en todos los parámetros estudiados y el tratamiento incide sobre la acidez, la textura y la composición». «Estamos muy satisfechos de los resultados y seguiremos buscando nuevos compuestos y métodos que pueda aplicar fácilmente el sector», añadió para terminar.
Para el tercero de los proyectos, ‘Diseño y desarrollo de un biofertilizante bacteriano con aplicación en la mejora de la producción de cereales’, desarrollado de forma conjunta por la Usal y el Irnasa, el investigador Raúl Rivas, de la Facultad de Biología, contó con el apoyo de las empresas Campal y Ceres Biotics. Junto a su equipo ha desarrollado un biofertilizante bacteriano capaz de mejorar la producción de maíz y trigo y hacerlo, además, desde un enfoque sostenible «manteniendo los niveles productivos sin alterar la salud del suelo y, por tanto, sin diezmar la producción». Rivas detalló que las bacterias utilizadas en el estudio «mejoran algunas de las cualidades del cultivo, con mayor contenido en proteína, gluten… e impulsan productos de más valor añadido, lo que representa un incentivo para los productores».
En el caso del impulso a la comercialización de productos salmantinos de calidad procedentes de la colmena, el equipo dirigido por el profesor José Sánchez, del Instituto de Investigación en Agrobiotecnología (CIALE), caracterizó los principales productos de la colmena (dos tipos de miel -cantueso y encina- y polen) producidos por el sector apícola salmantino mediante un proceso de control de calidad basado en parámetros físico-químicos (humedad, conductividad eléctrica, etc.), botánicos y sensoriales, muy apreciados por el consumidor «al que hay que tener en cuenta». El trabajó incluyó, además, la elaboración de estudios de mercado que sugirieron cambios en la comercialización -caso del rediseño de etiquetas- junto a ciertas modificaciones relativas a la comercialización on line que muy pronto se materializarán en los productos de la Cooperativa Reina Kilama, empresa que ha colaborado directamente con el proyecto.
Finalmente, se dieron a conocer los resultados del proyecto centrado en el uso de prácticas agropecuarias certificadas en agricultura ecológica como método de conservación y gestión del paisaje de la dehesa. El objetivo de este proyecto, realizado en coordinación con el Irnasa-CSIC, era el de evaluar el impacto ecológico de los diferentes manejos agropecuarios del territorio desde varios ángulos, entre ellos el estudio del perfil microbiológico del suelo como indicador de la calidad o la fertilidad del mismo antes y después de un cambio de manejo. Carlos Palacios, de la Facultad de Ciencias Agrarias y Ambientales, está al frente de esta iniciativa en la que se volcaron 22 investigadores centrados también en destacar las propiedades sostenibles de los productos que puedan destacarse como valor añadido a la hora de repercutirlas en el precio de venta de los mismos.
Los expertos alertan sobre la presencia de zonas «muy sensibles» de la dehesa «que se están perdiendo porque apenas hay gestión agropecuaria o, justo por lo contrario, pues se usan demasiado». Los investigadores recomiendan «modular la carga ganadera adecuada» y reivindican el papel de los profesionales porque «si no hay agricultores, ya no se llamarán dehesas».
Botánicos y geógrafos han trabajado codo con codo en un proyecto «muy complejo de coordinar» para obtener una fotografía precisa de la dehesa salmantina que, entre otros aspectos, ha permitido comparar el trato a la tierra con el paso de los años y ha sacado a la luz un extenso catálogo de toda la flora existente con zonas de especial protección europea e, incluso, determinados árboles protegidos cuya existencia desconocían los propios propietarios.
En lo relativo a la producción vegetal se han hecho cultivos mixtos en varias parcelas. Ese estudio ha permitido descubrir «una variedad de guisantes forrajeros que se adapta muy bien a este terreno en el que priman los cultivos tradicionales».
El proyecto estudió, además, el comportamiento del ganado vacuno y de aquellas especies que conviven con el hasta concluir que «donde hay vacas» las propiedades del terreno «son mejores», precisó el investigador, quien también agradeció la financiación, «que nos ha permitido utilizar metodologías que antes no se habían aplicado para conocer la realidad del territorio».