Los estudios no mienten porque se basan en datos objetivos. Y varios apuntan a que en todo el mundo la mejora de la productividad del campo es debida, principalmente, a la mejora genética de las semillas.
La elección de variedades adaptadas a las circunstancias de cada terreno propicia un crecimiento espectacular de la producción que en no pocas ocasiones representa un crecimiento del rendimiento por hectárea superior al 100 %.
Lo ha desvelado el ingeniero agrónomo y profesor de la Universidad de Sevilla, Ignacio Solís, en el inicio de la última jornada de charlas profesionales de Salamaq 2019. Este experto en Ciencias Ambientales se ha referido a los programas de mejora españoles que seleccionan mayoritariamente trigos de calidad, cebada cervecera y cereales para alimentación animal, “un ámbito en el que hace poco parece que todo valía”.
La mejora vegetal es algo muy complejo y cada día se piden más especialidades, reconoce Solís, quien desveló que producir este tipo de semilla es más caro aunque, por sus resultados, “es imprescindible costearlo y seguir apostando por las mejoras”. En ocasiones, explicó, las cooperativas buscan fórmulas para repercutir lo mínimo el sobrecoste y realizan un esfuerzo para no perder dinero y mejorar la calidad “prácticamente a precio de costo; lo imprescindible para mantener la actividad investigadora”.
Por su parte, el vicepresidente de Asaja, Pedro Gallardo, realizó una exposición contrastada, como sucede con la investigación, por hechos objetivos que, a día de hoy, apuntan a la selección genética en el campo. Es el caso del incremento de la población mundial, la demanda proteínica creciente en aquellos países emergentes o con mayor poder adquisitivo, la implantación de los biocombustibles y debido a la mayor concienciación de los agricultores hacia la sostenibilidad. Bajo esas premisas, parece que el profesional del campo se dirige hacia una plantación de semilla especializada que, a medio plazo, hará rentable la inversión necesaria.